
De la carne y su lenguaje
Dejo caer mis párpados y sé
que el mar,
que todo el mar,
cabe en el frío.
Ahora ya lo sé:
mis pies han delatado el orbe
hundiendo mi pasado en sus arenas.
Llega la tarde
y siento cómo un tacto que declina
yace
como un adiós sobre mis hombros:
la carne es el lenguaje de lo eterno.
Y siempre supe, sin saber acaso,
algo sobre este día
del día en que seré mi piel
del día en que tu piel será un recuerdo.
Pero ahora
dejo caer los párpados y el mar
y todo el mar y yo
somos el frío.
